
Según la Real Academia de la Lengua española, la enfermedad está definida como la «alteración leve o grave del funcionamiento normal de un organismo o de alguna de sus partes debido a una causa interna o externa». Proviene del latín infirmitas que significa «Falta de firmeza».
Pero hagamos un recuento de cómo, a lo largo de la historia de la humanidad, la visión del ser humano del concepto de salud/enfermedad ha ido variando:
El Primer tratado de medicina china del año 2,700 Antes de Cristo, nos dice: «No hay que tratar enfermedades, sino a las personas, que con su realidad, llaman a las enfermedades».
Posteriormente Platón en el 500 antes de Cristo mencionaba que «no se debe intentar la cura de la parte sin tratar el todo. No se debe intentar de ninguna manera curar el cuerpo sin el alma, si la cabeza y el cuerpo van a tener salud, usted debe comenzar curando el alma».
Es así que él hacía mención del ser humano con un todo, inseparable el cuerpo del alma, y que para sanar uno, no se debía dejar fuera al otro. Además también mencionaba un error cometido por los médicos al intentar curar a sus pacientes al decir que «en el tratamiento del cuerpo, los médicos separan el alma del cuerpo».
En la década de los años70, Ryke Geerd Hammer, un doctor de origen Alemán, crea la conocida como Nueva Medicina Germánica –NMG-. Una controvertida teoría que lo llevó a perder su licencia médica, pero que sin duda vino a revolucionar la forma de ver al paciente y la medicina. Él define la enfermedad como la «incapacidad o poca aceptación incondicional de la vida».

¿Qué creamos con nuestra realidad?
Con ella creamos las enfermedades por medio de:
1. Pensamientos. Nuestras creencias limitantes o potenciadoras que crean nuestras circunstancias.
2. Emociones. Que al no gestionarlas adecuadamente se convierten en toxicas. La tristeza y la ansiedad que alteran nuestro sistema nervioso provocando estrés que se manifiesta en ira y con la que alteramos negativamente nuestro entorno. La tristeza que sostenida en el tiempo se convierte en depresión, afectando nuestro organismo y por supuesto, nuestros vínculos familiares y sociales.
3. Estrés. Provocado por nuestros pensamientos sobre el futuro que nos llevan a sentir ansiedad y nuestros pensamientos sobre nuestro pasado que a su vez nos conducen a la tristeza. La vida apurada en la que estamos envueltos al ser parte de este sistema social de consumismo y trabajo excesivo nos lleva a padecerla y a padecer las consecuencias en nuestra salud.
4. Alimentación. Nos alimentamos de manera desequilibrada ingiriendo alimentos que no contienen las vitaminas, proteínas y minerales que nuestro organismo necesita. Además, es oportuno agregar la alteración en nuestros horarios para ingerir nuestros alimentos; así como también las emociones que influyen en nuestros deseos de comer sin que el cuerpo lo necesite.
5. Adicciones. Que incluyen no solamente los elementos psico-adictivos – Bebidas alcohólicas, cigarrillos, drogas sino también el exceso en el consumo de azúcar y en la actualidad, el exceso en el uso de la tecnología que influye poderosamente en nuestro sistema nervioso, afectando el vital momento del descanso que nos produce el sueño.
Conclusión
Cuando la enfermedad llega a nuestro cuerpo es importante reflexionar sobre el mensaje que nos envía.Tenemos que cambiar de manera radical nuestro estilo de vida por medio de:
- Manejo del estrés y las emociones.
- Controlar la alimentación.
- Respetar la importancia del descanso y el ejercicio físico.
- Detectar aquellas adicciones que afectan nuestra vida – que pueden ser a una sustancia, persona o hábito – que pensamos que no podemos prescindir o que resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica o incluso fisiológica.
- Descubrir nuestros focos de tensión y hacer algo al respecto para recuperar ese estado de paz y tranquilidad a la que todos tenemos derecho.
No queremos decir por ningún motivo que los médicos sean innecesarios pues ellos son profesionales que se han especializado y que son los mejores para indicarnos y guiarnos el camino acerca de nuestra salud y nuestro cuerpo. Son los únicos que nos pueden dan un diagnóstico certero, pero el pronóstico lo cambiamos nosotros con nuestra actitud y la responsabilidad que sintamos por cuidar nuestra mente y cuerpo.
Por ejemplo, si el diagnóstico nos indica que somos hipertensos, nuestro cuerpo solamente está reflejando que llevamos una vida acelerada, que estamos gobernados por pensamientos que nos llenan de ansiedad sobre el futuro, alejándonos de vivir con plenitud nuestro presente y que en efecto, nos produce emociones que al vivirlas y contagiarlas en nuestro entorno familiar o laboral, se convierten en toxicas, dañando nuestro cuerpo.
Les dejamos un interesante video titulado: ¿Y tú qué sabes? Este habla sobre la capacidad que tiene el cuerpo de sanarse a sí mismo.
*Queremos aclarar que enfermedades como el COVID-19 son virales y en consecuencia no se ajustan a la teoría de la que aquí hablamos. Debemos recordar que es importante tomar todas las precauciones necesarias (lavado de manos, uso de mascarilla, mantener la distancia y evitar aglomeraciones y si es posible quedarse en casa) para evitar contraer esta pandemia que puede llegar a ser mortal.
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