Aceptación

Fotografía por Mohamed Nohassi en Unsplash

“La felicidad solo puede existir en la aceptación”

George Orwell

He constatado que a medida que nos hacemos mayores, nos cuesta cada vez más aceptar las situaciones, circunstancias, cambios, etc. Vamos perdiendo la capacidad de asombro— de sorpresa— que vemos en los niños pequeños, para quienes todo es nuevo, fascinante, emocionante.

Nosotros cambiamos esa capacidad de asombro por la necesidad de comprender, planificar y de tener todo bajo control todo el tiempo. Trabajamos por horarios, bajo presupuestos y con objetivos, y cualquier error puede costarnos el trabajo o mucho dinero.

Las sorpresas ya no nos asombran sino que nos molestan. Los imprevistos ya no nos emocionan, sino que nos sacan de nuestro centro y hacen que saquemos nuestra peor versión. Solo hace falta que el carro se nos descomponga camino al trabajo para que se nos frunza el ceño y comencemos a renegar porque la grúa no llega pronto. Cuando por fin aparece descargamos nuestra ira contra el gruista, como si él fuera el culpable de nuestro auto averiado.

Lo único que ganamos con esto es llenarnos de estrés, enojo y frustración y con esto no logramos resolver nada. Nuestra mente se cierra y nos es imposible pensar en soluciones porque solo vemos el problema y renegamos de él.

Un poder oculto

Fotografía por Dan Burton en Unsplash

Se nos ha olvidado que tenemos a nuestra disposición el poder de la aceptación. Aceptar que no lo podemos controlar todo, que no lo sabemos todo y que nos podemos equivocar.

En cuanto comenzamos a admitir esto, dejamos de sufrir por todo aquello que no podemos controlar. Entonces desistimos de utilizar nuestra energía para negar lo que realmente está sucediendo, y pasamos a pensar en cómo resolver la situación de la mejor manera. De esta manera podremos aprender la lección de cada circunstancia de la vida. Como que se haya descompuesto el carro porque se nos olvidó revisar el agua como nos había indicado el mecánico.

Al practicar la aceptación encontraremos un poder oculto, una paz y una tranquilidad internas que no lograrán perturbarnos. Al soltar el control, podremos encontrar nuestro verdadero poder interior, el que se encuentra oculto a ojos de los que  aún siguen aferrados a la necesidad de dominar todas las situaciones.

Por eso seamos más como los niños, asombrémonos, seamos curiosos y juguetones con la vida, riámonos de nuestros desaciertos y nuestros errores y vayamos por la vida con la ilusión de los chiquillos que un día fuimos.