EN REALIDAD NADIE NOS PERJUDICA

Podemos aspirar a una vida libre del daño de los otros.

La palabra perjudicar se refiere a originar, causar o motivar algún menoscabo, perjuicio, deterioro, daño o detrimento a otro, ya sea moral o material.

Venimos a la vida y en nuestro recorrido las experiencias van formando nuestra identidad. Estas se conforman con conforman con estructuras mentales — llamadas creencias— que marcan nuestro comportamiento de manera positiva o negativa.

La personalidad

La personalidad la vamos armando con las experiencias de la vida.

Nuestra personalidad está definida por nuestro temperamento y carácter. El temperamento es heredado genéticamente por nuestros padres. El carácter está conformado por las experiencias adquiridas en la familia, escuela y comunidad.

Nuestra primera escuela —la familia— nos permite vivir experiencias tanto positivas como negativas. La presencia o ausencia de nuestros padres y las experiencias con nuestros hermanos impregnan en nosotros memorias importantes. Estas pueden definir nuestro comportamiento de forma positiva o negativa.

Nuestro posterior encuentro social en la escuela y la comunidad producen experiencias que terminan por definir nuestra personalidad.  

¿Qué nos perjudica?

Pero,  ¿hasta qué punto esas experiencias nos perjudican? La respuesta la encontramos al analizar el tipo de interpretación que hacemos de esas circunstancias.

Para muchos esas experiencias vividas dejaron marcas negativas. Como consecuencia su carácter es deformado hasta el punto de deteriorar su calidad de vida. Por otro lado vemos que son muchas las personas que aun teniendo las mismas experiencias, las interpretan de una forma distinta, viviéndolas de una forma  más positiva.

El Autoconocimiento

El autoconocimiento es vital para elevar nuestro nivel de consciencia.

Es en la edad adulta cuando encaramos todas las experiencias de vida que nos causaron sufrimiento y que afectaron nuestra personalidad de manera negativa. Estos cuestionamientos nos conducen al camino del autoconocimiento. Este nos permite darnos cuenta de todos los miedos, inseguridades, carencias, complejos y traumas que incorporamos en nuestra vida. Esto porque no tuvimos el nivel de consciencia que nos permitiera «darnos cuenta» de que esas experiencias no nos pertenecían.

Con el camino del autoconocimiento elevamos nuestro nivel de consciencia. Salimos del papel de víctimas que — aparte de anclarnos en el sufrimiento— nos mantiene en el círculo destructivo de echarle la culpa a otros de todo cuanto nos sucede.  Ese paso trascendental nos muestra que si bien las personas a nuestro alrededor provocaron experiencias negativas, siempre tuvimos la capacidad de ELEGIR cómo interpretar los hechos positivamente para trascenderlos.

La última de las libertades humanas

Hay algo que nunca nadie nos podrá quitar.

Bien lo decía Víctor Frank en su libro El hombre en busca de sentido «la última de las libertades humanas es la capacidad  de ELEGIR la mejor actitud posible  ante cualquier circunstancia por difícil que esta sea». Enunciado fácil de pronunciar  y difícil de ejecutar, pero en ese punto radica la diferencia. Muchas personas nos han demostrado que es posible elegir una buena actitud ante las circunstancias más adversas.

El título de este artículo surge de un nivel de consciencia al que todos tenemos acceso a través del autoconocimiento. Nos permite darnos cuenta de que en realidad nada nos perjudica, porque de toda experiencia podemos aprender.

Roberto Pérez —uno de mis referentes— afirma en una de sus brillantes exposiciones que «el otro hace, no me hace». Lo que quiere decir que yo decido conectarme o no con las actitudes de los demás, pues debo comprender que ellos actúan desde su nivel de consciencia. Y este mismo es ocasionado por lo que esas personas piensan y sienten —resultado de sus experiencias previas—.

Nada me perjudica porque todo lo que sucede a nuestro alrededor es una maravillosa oportunidad para que podamos aprender, desarrollarnos y evolucionar. Las personas y las circunstancias son una escuela de aprendizaje para elegir ser el mejor ser que podemos llegar a ser.

Nada nos perjudica porque todo nos conduce a que seamos constructores de nuevas realidades, creadores de posibilidades para trascender, aportar valor  y contribuir desde nuestra maestría de vida.

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